Es cierto que, frente a la tendencia general, hay siempre excepciones. Ahora bien, tales excepciones, que hacen el esfuerzo de ir más allá de presentar el catálogo de aplicaciones basadas en IA presentes y fácilmente accesibles, también tienen su tendencia. Es más fácil encontrar tales excepciones en escuelas técnicas y universidades politécnicas, que en la enseñanza de ciencias sociales y jurídicas o en la enseñanza en el campo sanitario. En medio, hay que destacar la distinta acogida que la IA está teniendo en las disciplinas de humanidades, desde la Filosofía a las disciplinas lingüísticas. Es decir, lo dicho en el post se aplica especialmente a las ciencias sociales y jurídicas y a la enseñanza en el campo sanitario. Pero seguramente también, a pesar del repaso realizado, habrá interesantes excepciones en estas áreas.
LA CAJA NEGRA DE LA IA NECESITA LA TRANSPARENCIA DE BLOCKCHAIN
De momento, se trata fundamentalmente de una adaptación de los programas de las asignaturas universitarias a las ofertas IAG (inteligencia artificial generativa) existente, sea de la “marca” que sea, dando preferencia a las que son de acceso gratuito. Nada de demandas concretas a la IAG desde tales materias, ni nada de demandas formativas a las que podría dar solución la IA. Es decir, domina más la lógica de cómo puedo utilizar la IAG existente, que de pensar qué podría hacer la IAG por mi materia, aunque todavía no exista.
Por supuesto y salvo en las áreas de conocimiento específicas, nada de programar nuevas aplicaciones de IAG para ajustarse a la demanda formativa. Si no se qué pedir a la IAG, ni cómo pedirlo (programar), la caída hacia una homogeneización de lo que las grandes operadoras de IAG nos den parece cantada.
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