Tampoco la respectiva relación que los bancos españoles BBVA y Sabadell tienen con las criptomonedas parece ayudar a la fusión entre las entidades. Como bien saben, porque ha protagonizado las portadas de diarios y cabeceras de informativos, el BBVA ha puesto en marcha una OPA (Oferta Pública de Adquisición) sobre el Banco de Sabadell. En un principio, la OPA quería ser amistosa, fruto de una negociación, que finalmente no se ha producido. Ahora, la que más recientemente se ha llevado a cabo se denomina hostil, pues cuenta con la oposición de los principales ejecutivos del Sabadell. Y algunos la califican de profundamente hostil, por las formas en que se han manifestado las ganas del BBVA de hacerse con el Sabadell.
BBVA Sabadell y las criptomonedas
La cosa es que, desde la perspectiva de la racionalidad económica, la fusión de las dos entidades financieras tiene bastante sentido. Como seguramente las han tenido casi todas las que se han venido produciendo en España desde el año 1988, cuando cada calle española tenía una sucursal bancaria. Tal era el gran número de entidades existentes. De hecho, la primera gran fusión bancaria fue la llevada a cabo entre el Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya, resultando el BBV. Después vino la A, de Argentaria, que cambió la fisonomía de la entidad y, sobre todo, su relación con el poder político. Ha de recordarse que Argentaria era originalmente una entidad financiera de carácter público.
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Entre los analistas económicos, ha dominado la idea de que las fusiones bancarias eran buenas, para ganar músculo y competir con garantías en un mercado global. Pero, incluso desde esos momentos iniciales de la corriente fusionista en el campo financiero, no todos los intentos de fusión acabaron con éxito. Y es que, junto a la racionalidad económica funcionan otras racionalidades, tan importantes como la primera.
Racionalidad económica
En esta ocasión, el argumento de la racionalidad económica de la operación de fusión entre el BBVA y el Sabadell lo ha subrayado el BCE (Banco Central Europeo). Luis de Guindos, actualmente vicepresidente del BCE y exministro español de Economía, reflexionó sobre la posible unión BBVA-Sabadell, para argumentar que reforzaba la estabilidad del sistema financiero español. En general, desde la entidad supervisora europea se percibe como una estrategia adecuada, para la que no parece vaya a poner obstáculos.
Pues bien, la racionalidad económica y el BCE parecen ser los únicos aliados del intento de fusión; aunque ha de reconocerse que otras entidades financieras españolas, como el Banco de Santander, también han manifestado su comprensión a la maniobra. Sin embargo, desde que se anunció la fusión, le han crecido los enemigos. Eso sí, enemigos más dados a hablar el lenguaje del poder, que de la economía. Siempre que no se trate de “su economía”, pues tras la ambición de poder se puede encontrar ambición patrimonial, en cuanto se rasque un poco. Pero dejamos la filosofía política para otro momento.
Oposición política
A la fusión se opone, en primer lugar, la propia cúpula ejecutiva de Banco de Sabadell. Los ocupantes de Moncloa y Generalitat han hecho públicos sus gestos de desaprobación. Pero ¡a quién se le ocurre presentar una OPA a un banco de origen catalán en plena campaña electoral en Cataluña! Han seguido en la cadena de oposiciones los sindicatos y su representante in péctore en el Gobierno, la Ministra Yolanda Díaz, quien ha pedido paralizar la OPA.
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Curiosa la argumentación de la Vicepresidenta del Gobierno: paralizar la OPA para defender la “soberanía” de España. Traducción: para defender las posibilidades de control gubernamental sobre ambas entidades financieras. Y, así, una larga lista de enemigos, que pasa por las asociaciones de consumidores. Mientras tanto, los accionistas y, por lo tanto, propietarios de ambas entidades callan. Los principales afectados y, en teoría, depositarios de la decisión nada dicen.
Así, los miedos a perder poder, como la cultura de las emociones y las emociones de las culturas parecen querer imponerse a la racionalidad económica. Y es que BBVA y Banco de Sabadell representan culturas distintas. Distintas culturas organizativas. Distintas culturas de empresa. Sus propias élites ejecutivas pertenecen a culturas aparentemente distintas, a lo que hay que añadir la distancia generacional entre ambas. Hasta en la génesis alto-profesional de sus respectivos máximos ejecutivos cabe observar diferencias.
Culturas diferentes
En el BBVA, un ejecutivo moderno, metido ahora constantemente en redes sociales. Un ejecutivo sin corbata que estudia fuera, en el MIT, y en la universidad a distancia, en la UNED; pero al que coloca el padre entre los amigos poderosos. En el Sabadell, un ejecutivo de corte más tradicional, que ha fundamentado su formación en la universidad española presencial, reforzándola con estudios en el extranjero, que le llevaron a ser catedrático de Economía en la Universidad de Oviedo. Una sólida formación que le sirven para que el padre le coloque en el mismo banco que dirigía, el Banco de Sabadell. Trayectorias que, más allá de las decisivas mediaciones familiares en ambos casos, parecen forjar estilos de ser ejecutivo distintos.
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Culturas organizativas, profesionales e incluso culturas personales distintas, que tienen su directo reflejo en la relación con las criptomonedas. El BBVA resueltamente favorable a su incorporación en el sistema cripto. A través de la filial del BBVA en Suiza, esta entidad ofrece un servicio de compraventa de bitcoins, así como de custodia de bitcoins y ethereum, a sus clientes de banca privada. Servicios que viene ofreciendo desde hace más de dos años.
Las criptomonedas no son buenas
Sin embargo, el Banco de Sabadell se ha mostrado constantemente contrario a entrar en el negocio cripto. Ya lo dijo su consejero delegado, César González Bueno: “Las criptomonedas no son una buena herramienta de inversión para nuestros clientes”. Lo dijo cuando, precisamente en el año 2022, otras entidades financieras españolas estaban tomando posiciones en el mercado cripto, con BBVA y Banco de Santander a la cabeza.
Con tales diferencias culturales -entre las que la relación con las criptomonedas constituye un síntoma importante más- y tales oposiciones políticas, la OPA no parece fácil. Pero tal vez se imponga la racionalidad económica. Y es que al Banco de Sabadell no le vendría mal un paso hacia la modernización. Es posible que sus accionistas principales piensen que ni el BBVA, ni las criptomonedas, muerden, y que tal vez sea mejor llegar a un buen negocio, que quedarse dormido en la segura tradición.
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