Los jóvenes de la generación Z constituyen la primera generación de la sociedad de consumo online de masas y la primera cuyo ADN es código software, según el informe titulado «2023 Digital Expression, Fashion & Beauty Trends». A los jóvenes de la generación Z les preocupa mucho su imagen en la pantalla, en las inmersivas realidades online. Incluso más que su imagen de cara a la presentación pública en la vida cotidiana física.
El 56% de los consultados en una encuesta mediante cuestionario autoadministrado señalan que es más importante para ellos el diseño de su avatar, que el de ellos mismos en el mundo físico. Es más, la moda online dicta y prefigura la moda offline. Pero no se trata sólo de moda. Dicta su existencia, su bienestar y su identidad.
Generación Z
La moda digital, lo que compran los jóvenes en la red para componer a su avatar, incluyendo su “cuerpo” de avatar, es considerada de mayor relevancia que la moda física para estos jóvenes estadounidenses y británicos, entre 14 y 26 años, usuarios de la plataforma Roblox. Es a los que denomina Gen Z.
LA GENERACIÓN Z PREFIERE VESTIR MEJOR A SU AVATAR QUE A SU PERSONA FÍSICA
El informe, sobre el comportamiento de la generación Z en los espacios inmersivos, deja importantes reflexiones. Por ejemplo, habla de simbiótica relación entre la moda física y la moda digital. Pero calificar de simbiosis lo que se ofrece como pleno dominio de la moda digital parece una contradicción producto de la caridad con respecto al mundo físico.
En un ejercicio de hiperralismo, el mundo físico es solamente una referencia, algo a lo que cabe referirse fijando su importancia. Pero la existencia, para esta generación, está en el mundo digital. En el consumo digital. La realidad física es algo que “está fuera”. También parece estar fuera de su existencia y de su consumo.
Enteramente nativos digitales
En primer lugar, el foco puesto en esta generación Z anglosajona es porque se consideran los primeros enteramente nativos digitales. Una generación cuyo ADN es código software. Consideración que ya los sitúa, incluso antes de que contesten, en lo digital. Como la generación que tiene por rasgo diferencial haber nacido en el mundo digital, de manera que nuestro imaginario cristiano, nos los proyecta nacidos en un portal.
Pero no con paja y animales dando calor. En un portal digital. Ahora, con el estudio publicado, se trata de seguir su crecimiento, de indagar sobre cómo crecen. La sensación que se tiene es que parecen sentirse bastante protegidos en lo digital. Que lo digital es su casa, su castillo. Su mundo. Por lo tanto, su casa física, su vestimenta física, incluso su identidad física, queda reducida a una obligada referencia -tal vez lejana- de su realidad digital online. Su seguridad ontológica, como seres, es digital.
Es precisamente esta seguridad ontológica a partir de la que se expande el consumo. Lo hizo en su momento en el mundo físico. La sociedad de consumo surgió cuando la gente tenía bastante seguro el empleo, con el complemento del desempleo, además de políticas públicas, derivadas de pactos entre los grandes actores sociales, que posibilitaban a muchas capas de la sociedad, entre otras cosas: el acceso a la propiedad de la vivienda, la educación de los hijos, el cuidado de la salud y una pensión de jubilación. La sociedad de consumo nació sobre el refuerzo de la seguridad ontológica.
Futuros diferentes
Algo han cambiado las cosas desde esos años de nacimiento de la sociedad de consumo de masas. El mundo físico no parece ofrecer tantas seguridades. Menos aún para el caso de los jóvenes. Para muchos, esos de la generación Z, es difícil imaginarse futuros con vivienda propia, con empleo para toda la vida, con protección garantizada de la salud y no digamos ya nada con respecto a las pensiones de jubilación.
Lo cierto es que parece que poca seguridad les ofrece la “sociedad física” actual, esa que está offline. Sin embargo, parecen encontrar un refugio protector en la sociedad online. Por ello, se lanzan a consumir en ella. De todo.
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