En la actualidad, existe una alta tensión entre sostenibilidad energética y desarrollo de la IA. Cuando, después de estar en una especie de trastienda, OpenAI lanzó al público su modelo de inteligencia artificial generativa (IAG), se produjo una notable reacción con respecto a esta tecnología. Notable porque, entre otras cosas, estaba liderada por egregios notables de la innovación tecnológica.
Pasada esa primera reacción, que se proyectaba sobre la IA en general y las amenazas de ulteriores desarrollos, se ha pasado a las concretas observaciones de las ventajas y problemas de la IAG. Pues bien, uno de estos problemas es el elevado consumo energético que requieren los centros de datos que alimentan la IAG y, a partir de los cuales, realiza las respuestas a las demandas. Se mantiene que la IA es ecológicamente insostenible.
Sostenibilidad e IA
La energía eléctrica que requieren estos centros de datos parece ser enorme. Incluso se hacen cálculos sobre en qué medida aumentarán la demanda de energía eléctrica. Especialmente en aquellos países donde se concentran estos centros, como es Estados Unidos. Pero el problema a resolver es tanto cómo puede reducirse este consumo de electricidad, como cuáles son las fuentes de producción de energía eléctrica que se utilizan. La primera parte del problema parece que tardará en resolverse, dependiendo bastante de innovaciones tecnológicas todavía en fase poco desarrollo.
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Sin embargo, la otra cuestión tiene ya variadas respuestas en la actualidad. Es decir, cuál es la parrilla (grid) de fuentes de energía que se utiliza. Es aquí donde hay amplio espacio para la entrada de una energía eléctrica distinta a la generada por los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas). Desde la energía solar a la eólica, pasando por múltiples concreciones, que incluyen también la proveniente de la energía nuclear.
Generadores de electricidad
Ante tal tensión producida por la IA, en función del tipo de energía con la que se alimenta, se propone la ya vieja solución, con apenas modificaciones, de que quien contamine pague. Es decir, que las empresas que han puesto en marcha estos centros de datos para la IA paguen adecuadamente su gasto de electricidad. Especialmente de aquella que proviene de esos combustibles fósiles. Pues bien, hay que señalar la práctica inutilidad de tal medida.
En primer lugar porque estas empresas tienen sus propios generadores de electricidad, que suelen alimentar de distintas fuentes. Es lo que ha hecho xAI en su centro de Memphis, configurando una parrilla energética propia. Por otro lado, lejos de que la abundante electricidad consumida pueda ser un obstáculo para el desarrollo de la IAG, se constata que el coste de la energía de tales centros de datos se queda por debajo del 10% del total del coste del centro.
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La energía que se utiliza siempre es un problema. Siempre ha sido un problema para el desarrollo tecnológico. Pero parece tratarse más de un problema inserto en la tensión que genera pensar en el papel de la IA en la sociedad, que un problema que pueda lastrar el desarrollo de esta tecnología en el futuro próximo.
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