La inteligencia artificial (IA) cambia el sentido de los crucigramas. Y no es que transforme las verticales en horizontales, o viceversa, ni ningún otro tipo de reordenación de letras y palabras. No, lo que cambia es el sentido de la práctica. La forma de entenderla. Si utilizamos, por ejemplo, ChatGPT para responder a las sucesivas cuestiones de un crucigrama, cada vez que nos enfrentamos a uno de los puntos que nos ofrecen resistencia, quien resuelve el pasatiempos no somos nosotros, sino el singular “ayudante”. Hasta basta con que nos resuelva algunas de las palabras claves, por su dificultad y atravesar la parte central del juego, para decirnos que no hemos sido capaces de hacerlo nosotros solos.
IA crucigramas
Son pocos los indicios que nos dicen si una innovación terminará instalándose en nuestra sociedad y nuestro sistema productivo. Menos aún que acaba de tal manera entre nuestras prácticas cotidianas, que apenas ya podemos pensar el mundo sin ellas. Apostar por algo que empieza tiene mucho de intuición y, aunque tendemos a quedarnos con los éxitos, son muchos los fracasos. Incluso también son muchos los que rechazan algo, porque creen que va a fracasar, y acaba revolucionando nuestra sociedad.
Sólo falta acudir a la historia y orígenes de algunas innovaciones, como el propio internet. Pero, desde luego, una señal que apunta al éxito es cuando algo, nada más anunciarse, lo usamos en actividades que pueden rozar el calificativo de triviales. Lo trivial nos marca. Incluso, nos denuncia. Y hasta puede dejarnos un cierto sabor amargo, pensando que la actividad que realizábamos antes sin la innovación, empieza a tener un sentido muy distinto con ella.
La competencia de ChatGPT, el Google de la inteligencia artificial
Usar la IA contra la IA
Ahora, sabiendo que tenemos la IA a manos, la relación con un crucigrama se convierte en un ejercicio de autocontrol. En no caer en la tentación de ayudarnos de la IA. La satisfacción, más bien autosatisfacción, vendrá de dar con la solución sin recurrir a la IA, más que en obtener la solución misma. El reto está en el autocontrol, más que en la solución. Pero ya nos será más difícil enseñar con orgullo el crucigrama resuelto. Está bajo sospecha de haber sido completado con la colaboración de la IA.
El reto está también en los diseñadores de crucigramas. Tal vez en usar la IA contra la IA. En alcanzar esa contradicción que significa que una IA que diseñe crucigramas que puedan vencer a otras IA. Esto conlleva que solo pueden tener acceso a su uso ellos, los diseñadores de crucigramas, y, en definitiva, para qué harían falta ellos si lo puede llevar a cabo la IA. Pero, entonces, serán tan difíciles que sólo los diseñadores de IA lo pueden solucionar. Esta es su victoria… o su derrota. ¡Buena suerte!.
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